Para comprender la inquietud, debemos conocer su credo. Esta es la santísima trinidad de los ansiosos:
1. El mundo está lleno de peligros y de amenazas.
2. Soy frágil, y aquellos a los que amo son también frágiles.
3. Se puede sobrevivir (o aumentar las posibilidades de supervivencia) con la única condición de tomar todas las precauciones adecuadas, y no hacerlo es de inconscientes.
Por supuesto, las bases de este credo no son absurdas y comportan una parte de certeza, pero solo una parte.
Es verdad que el mundo es peligroso, sobre todo en ciertos momentos y en ciertos lugares, pero también es un lugar donde podemos sentirnos seguros.
Es verdad que somos frágiles, pero querer tomar todas las precauciones posibles es agotador e imposible.
Es verdad que tener cuidado aumenta nuestras posibilidades de supervivencia, pero es inútil convertirlo en una obsesión que alteraría nuestra calidad de vida y nos encerraría en la jaula de la sobreprotección.
¿CÓMO TOLERAR MEJOR LA INCERTIDUMBRE?
Algunos estudios recientes han mostrado que nuestras tendencias a la inquietud representan una forma de intolerancia a la incertidumbre. Puesto que nuestra existencia no está absolutamente protegida, nos sentimos en peligro y empezamos a inquietarnos.
Tenemos ganas de tener el control y tomamos un montón de precauciones. Intentamos disminuir nuestra intolerancia disminuyendo la parte de incertidumbre de nuestras vidas. Nuestra sociedad moderna tiende, por lo demás, a hacernos aumentar esta tendencia (y por eso nos venden continuamente seguros, garantías y otras promesas para una vida sin problemas). No obstante, llega un momento en que esas estrategias de control se revelan agotadoras e inútiles.
No podremos abolir jamás la incertidumbre del futuro:¿Qué me ocurrirá mañana? ¿mi pareja dejará de quererme? ¿La tierra será alcanzada por un meteorito?
Además de los esfuerzos de anticipación –útiles cuando son realistas y limitados temporalmente–, es necesario trabajar otra estrategia: aumentar nuestra tolerancia a la frustración.
Aceptemos la posibilidad del drama. Tratemos de vivir felices pese a todo –esto es sensatez–, en lugar de no vivir por culpa de ello –esto es ansiedad–.
La inquietud no solo no nos ayuda a afrontar mejor las cosas sino que duplica nuestro sufrimiento, tal como lo expresa la famosa canción de Bobby McFerr:
(En la vida todos tenemos problemas.
Si te preocupas, los duplicarás.
1. El mundo está lleno de peligros y de amenazas.
2. Soy frágil, y aquellos a los que amo son también frágiles.
3. Se puede sobrevivir (o aumentar las posibilidades de supervivencia) con la única condición de tomar todas las precauciones adecuadas, y no hacerlo es de inconscientes.
Por supuesto, las bases de este credo no son absurdas y comportan una parte de certeza, pero solo una parte.
Es verdad que el mundo es peligroso, sobre todo en ciertos momentos y en ciertos lugares, pero también es un lugar donde podemos sentirnos seguros.
Es verdad que somos frágiles, pero querer tomar todas las precauciones posibles es agotador e imposible.
Es verdad que tener cuidado aumenta nuestras posibilidades de supervivencia, pero es inútil convertirlo en una obsesión que alteraría nuestra calidad de vida y nos encerraría en la jaula de la sobreprotección.
¿CÓMO TOLERAR MEJOR LA INCERTIDUMBRE?
Algunos estudios recientes han mostrado que nuestras tendencias a la inquietud representan una forma de intolerancia a la incertidumbre. Puesto que nuestra existencia no está absolutamente protegida, nos sentimos en peligro y empezamos a inquietarnos.
Tenemos ganas de tener el control y tomamos un montón de precauciones. Intentamos disminuir nuestra intolerancia disminuyendo la parte de incertidumbre de nuestras vidas. Nuestra sociedad moderna tiende, por lo demás, a hacernos aumentar esta tendencia (y por eso nos venden continuamente seguros, garantías y otras promesas para una vida sin problemas). No obstante, llega un momento en que esas estrategias de control se revelan agotadoras e inútiles.
No podremos abolir jamás la incertidumbre del futuro:¿Qué me ocurrirá mañana? ¿mi pareja dejará de quererme? ¿La tierra será alcanzada por un meteorito?
Además de los esfuerzos de anticipación –útiles cuando son realistas y limitados temporalmente–, es necesario trabajar otra estrategia: aumentar nuestra tolerancia a la frustración.
Aceptemos la posibilidad del drama. Tratemos de vivir felices pese a todo –esto es sensatez–, en lugar de no vivir por culpa de ello –esto es ansiedad–.
La inquietud no solo no nos ayuda a afrontar mejor las cosas sino que duplica nuestro sufrimiento, tal como lo expresa la famosa canción de Bobby McFerr:
(En la vida todos tenemos problemas.
Si te preocupas, los duplicarás.
No te preocupes, sé feliz).
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