Deprimirse ante un imprevisto o un problema resulta bastante común en un mundo donde la tecnología satisface tantos deseos al instante. Pero las dificultades son una oportunidad para rebasar los propios límites y descubrir nuestro auténtico valor.

Las dificultades son una piedra de toque para probarnos a nosotros mismos y reinventar nuestra realidad. Una existencia sin desafíos ni altibajos resulta cómoda a corto plazo, pero suele desembocar en la apatía y la falta de objetivos, ya que el ser humano solo valora y aprende de aquello que le cuesta.
CÓMO SUPERAR LOS OBSTÁCULOS EN LA VIDA
¿CUÁL ES TU ACTITUD ANTE UNA DIFICULTAD?
Dentro de esa tercera categoría, hay personas con una capacidad especial para sacar fuerzas de flaqueza y darle la vuelta a su situación, por desesperada que sea. Son optimistas empedernidos o caracteres que se crecen con las dificultades, que les animan a dar lo mejor.
ERES MÁS FUERTE DE LO QUE CREES
ENEMIGOS Y MAESTROS
No es en el camino llano donde suele estar la lección, sino en las cuestas y pendientes de la vida. En los actuales tiempos de incertidumbre y provisionalidad, este artículo es una invitación a amar los obstáculos.
El zen, que busca templar el cuerpo y la mente, no ve la dificultad como algo que deba eludirse sino como un campo de entrenamiento para el alma. Todo lo que nos cuesta —ser más asertivos, desengancharnos del trabajo, no buscar la aprobación de los demás— reclama nuestra atención y práctica y es, por lo tanto, la senda que más frutos puede aportarnos si nos adentramos en ella.
Considerar los problemas como la sal de la vida, aquello que hace interesante nuestro paso por el mundo, puede parecer absurdo pero la literatura y el cine demuestran que es así. ¿Cuántas películas o novelas importantes hay sin un conflicto en su centro? ¿Por qué no nos interesa lo que sale bien y fluye sin fricciones?
¿CUÁL ES TU ACTITUD ANTE UNA DIFICULTAD?
Si las dificultades forman parte del meollo de la existencia, ¿por qué a veces nos provocan miedo y desánimo?
La actitud ante los obstáculos cambia de una persona a otra, e incluso en uno mismo según el momento vital por el que atraviesa. Cuando un "Contratiempo" con mayúsculas aparece en nuestro camino, lo habitual es responder de tres maneras:
Parálisis. Nos sentimos desbordados, carentes de fuerzas o de recursos para enfrentarnos a lo que está sucediendo, lo cual nos lleva a la inmovilidad. Como mucho nos lamentamos, culpando a los demás o a la mala suerte de nuestra desventura. Esta actitud victimista no resuelve la situación y magnifica el problema.
Resignación. Aceptamos el obstáculo pero sin implicarnos en su superación. Expresiones como "qué vamos a hacerle" o "la vida es así" certifican una actitud apática y pasiva. La persona que toma esta opción se limita a esperar para reemprender su vida en el mismo punto donde la había dejado, lo cual es imposible, puesto que todo cambia.
Desafío. Es la actitud de quien ve el obstáculo como una oportunidad de hacer las cosas de forma diferente y aprender algo nuevo acerca de sí mismo. Deportistas de élite, exploradores, científicos o artistas toman la dificultad como una motivación extra para superarse, aunque cualquier persona puede asumir este enfoque rebelde y creativo.
Dentro de esa tercera categoría, hay personas con una capacidad especial para sacar fuerzas de flaqueza y darle la vuelta a su situación, por desesperada que sea. Son optimistas empedernidos o caracteres que se crecen con las dificultades, que les animan a dar lo mejor.
ERES MÁS FUERTE DE LO QUE CREES
Todo obstáculo, una vez superado, equivale a subir un peldaño desde el que tenemos una panorámica más generosa del mundo y un mayor conocimiento de nosotros mismos.
Cuando nos enfrentamos a un problema laboral, a una enfermedad o incluso a una separación, el dolor que sentimos ante un mundo que se resquebraja viene acompañado del instinto del náufrago que intenta nadar hacia la orilla.
La principal lección de la escuela de la adversidad es que somos más fuertes de lo que creíamos. Los obstáculos nos obligan a movilizar recursos que no éramos conscientes de tener, por lo que llegamos a hacer cosas que poco antes se nos antojaban imposibles.
Con la actitud adecuada, pasar por situaciones difíciles puede acabar convirtiéndose en un privilegio.
A veces la adversidad no llega por la crisis económica o por un problema de salud, sino a través de una persona concreta que parece oponerse a nuestros deseos, como un contrincante de ajedrez especialmente dotado y tenaz. La cuestión es cómo reaccionamos.
Estamos hechos para conquistar nuestro entorno, resolver problemas y alcanzar metas, por lo que nunca nos sentiremos satisfechos a menos que la vida nos presente obstáculos que superar.
Conocerse mejor ayuda a liberarse de esas o de otras conductas que merman nuestras posibilidades vitales. Para ello se requiere voluntad y en ocasiones hasta podría ser útil realizar algún tipo de terapia.
Pero ser consciente de cuáles son nuestros obstáculos internos supone el primer paso de la solución y quizá también de la aventura de crecer como personas. Se trata de una tarea ardua, pero a la vez emocionante y llena de recompensas.
Para culminarla debemos amar los obstáculos y confiar en nuestras fortalezas. Como dice un dicho, "no pido una carga más ligera, sino una espalda más ancha".
Comentarios
Publicar un comentario