Las vacaciones navideñas suponen una oportunidad única para valorar, desde el punto de vista psicológico y emocional, qué objetivos hemos superado este año. También para sopesar qué otros aspectos de nuestra vida deseamos mejorar durante el próximo.
Los días de descanso favorecen la reflexión y la introspección.
Por esta razón, en estas fechas de cambio de año y de ciclo, es importante realizar un balance sobre los avances que hemos logrado durante el año que está a punto de concluir.
También aprovechemos para planificar las
áreas en las que deberemos trabajar durante el próximo, para que logren
alcanzar los objetivos. No me refiero a revisar los típicos objetivos que todos nos planteamos al iniciar el año
(comer mejor, hacer más ejercicio, viajar más, etc.). Este análisis
engloba otros aspectos más psicológicos como miedos superados, patrones
familiares reprogramados o autoestima reforzada.
Las personas se alegran y enorgullecen por los logros
conseguidos, a la par que sopesan los objetivos que no han podido
alcanzar sin presionarse. La filosofía debe ser, siempre,
aprender del error y tomarlo como una oportunidad para sacar
conclusiones, reajustar lo que necesitemos y volver a enfocarnos, desde
una nueva perspectiva, en el problema. ¿Cómo hacer este balance?
Recuerda que este balance emocional del año es muy personal y que cada uno debe extraer sus propias conclusiones.
- Existen unos aspectos generales, válidos para todo el mundo, que podemos revisar a la hora de emprender este balance. Quizá te sirvan de guía a ti también para realizar tu propia revisión emocional del año que dejamos atrás. Aunque no olvides cada persona es diferente y acarrea su historia individual.
- En cada uno de estos puntos, podemos plantearnos algunas preguntas, a modo de orientación. Por ejemplo: ¿He mejorado o me he estancado? ¿Qué puedo aprender y qué conclusiones puedo sacar? ¿Qué deseo plantearme para el año que viene?
- Reflexiona sobre el año que está a punto de finalizar, para extraer todo el aprendizaje posible y para seguir, durante el próximo año, enfocándote en la consecución de tu bienestar.
¿Has conectado contigo mismo?
Debido a las presiones que reciben, por parte de la familia, de la escuela y de la sociedad, muchas personas se alejan de sí mismas y de sus verdaderas necesidades físicas y emocionales. Por
cumplir con las expectativas de los demás o para evitar que se enfaden,
se amoldan, no protestan y aprenden a estar más pendientes de los otros
que de sí mismas.
- Ha llegado el momento de avanzar, cada año un poco más, en la dirección correcta, no hacia fuera sino hacia dentro, cada vez más conectados con nosotros mismos, prestando atención a nuestros propios deseos y necesidades, no a las de los demás.
¿Sigues repitiendo patrones familiares?
Casi sin darnos cuenta, repetimos patrones o actitudes que hemos contemplado, desde que nacimos, en nuestros padres y/o abuelos
(adicciones, gritos, ansiedad, etc.). Las hemos interiorizado de tal
forma que en los momentos de mayor tensión, aunque no nos gusten, sean
dañinas y nos hayamos prometido no repetirlas jamás, aparecen de forma
automática.
- No te preocupes si sigues cayendo en ellas, piensa que están ahí desde siempre y no se pueden cambiar de la noche a la mañana.
- Lo importante es que las identifiques y trabajes para liberarte de ellas. Piensa que tus padres tuvieron unas circunstancias que no son las tuyas. Lo que a ellos les sirvió, puede que ya no te sirva a ti.
¿Sabes cuál es tu camino?
A medida que nos liberamos de los lastres del pasado y de las cadenas que gobernaban nuestro pensamiento,
podemos mirar hacia dentro y conectar de forma más directa con nuestra
intuición. Desde este lugar, podremos sentir qué nos apetece hacer, cómo
queremos vivir nuestra vida y qué camino debemos tomar.
- Confía en ti y busca qué es lo que siempre te ha gustado, qué te llenaba y te hacía sentir bien cuando eras pequeño. Escucha las señales que te indican dónde está tu camino.
¿Te has enfocado en lo importante?
Muchas veces, tendemos a preocuparnos de forma exagerada por cosas que, cuando las analizamos con perspectiva, no tienen tanta importancia.
- Debemos aprender a darle a cada acontecimiento la relevancia que verdaderamente tiene, ni más ni menos. De esta forma, dejarán de generarnos ansiedad situaciones que no lo merecen y tendremos más energía para ocuparnos de las que sí son realmente importantes.
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