Las fechas y ocasiones especiales de tu historia de vida son espléndidos momentos para conmemorar acontecimientos importantes. Pero lo que los hace especiales no son exclusivamente la comida, los amigos o los regalos, sino recordar lo místico que entraña ese suceso. Nuestra naturaleza espiritual nos permite valorar estas cosas intangibles.
Nuestra naturaleza espiritual forma parte del hecho de ser humanos tanto
como la física o la emocional. La capacidad de trascender nos permite
hallar un sentido a nuestras vidas y valorar las cosas intangibles, por lo que cultivando esta predisposición natural podremos sentirnos más realizados.
La felicidad es el resultado de la serenidad de nuestro espíritu que,
cuando está cuidado y alimentado, constituye la verdadera fortaleza
donde cultivar el árbol de una vida sana y equilibrada.
Nuestro cuerpo requiere un descanso diario, por eso dormimos
responsablemente las horas ineludibles; nos instruimos adquiriendo
conocimientos y habilidades, por ser esa una disposición natural de
nuestra mente; y, sin duda, la relación con los demás y el
establecimiento de vínculos afectivos con otras personas son parte de
nuestro instinto emocional.
¿Somos seres espirituales?
Sentirnos
agradecidos a la vida por lo que somos, prepararnos para afrontar la
muerte, entender el significado del sufrimiento y la enfermedad,
identificar un sentido en nuestras vidas, amar con empatía y sin esperar
contrapartidas o aprender de las adversidades que, inevitablemente, nos
vamos encontrando son aptitudes que todas las personas podemos ir desarrollando desde nuestra más tierna infancia hasta el fin de nuestros días.
Honrar lo espiritual es instintivo y nos aporta placer interior, dota
de sentido a nuestros instantes cotidianos, nos orienta en nuestra
conducta y conforma la base de nuestros sueños y esperanzas. Para ello,
podemos cultivar cuidadosamente una serie de prácticas y rutinas
sencillas que nos ayuden a alinearnos con esas demandas interiores.
- Conectar con nuestro espíritu. Ejercitar el silencio, propiciar el contacto con la naturaleza, disfrutar de la belleza (en el arte y en cualesquiera de sus expresiones) o deleitarse en los sentimientos que genera la compañía de un ser querido son modos universales de conectar con nuestro espíritu.
- Practicar la introspección personal. Otros hábitos como la meditación, la oración, escribir diarios o poemas para uno mismo, practicar la espera y el recogimiento rindiendo reverencia a la existencia o conmemorar, con simples ceremonias, personas o momentos especiales del pasado son algunas de las infinitas formas de introspección espiritual.
- Vivir el momento. Se recomienda que se sea observador a la hora de identificar los momentos cotidianos e importantes de la vida, y que los festejen en familia con solemnidad pero sencillez. Esta es una fantástica forma de aprender a conectarnos con nuestro ser interior, vivir el momento presente con plena consciencia y disfrute, y sentirnos agradecidos por ello.
Hábitos para conectar con nuestro ser
El inicio y el final de un nuevo curso o una nueva etapa escolar, la superación de una enfermedad, las celebraciones de la Navidad o la llegada de los Reyes Magos son ocasiones propicias para este aprendizaje.
Por ejemplo: Conmemorar ¡Aquel día en el que te emocionaste cuando la concesionaria estaba a punto de entregarte tu auto nuevo!
Este tipo de hechos cotidianos nada tienen de especial si nosotros no
los dotamos de un significado. A menudo celebramos un cumpleaños con
gran parafernalia, regalos y ajetreos, olvidándonos de que lo
más especial de la ocasión es conmemorar reverentemente el momento en
que iniciamos el camino sagrado de la vida y maravillarnos ante el
milagro que ello supone.
- Celebra con el corazón. Las fechas y ocasiones especiales de tu historia de vida son espléndidos momentos para conmemorar acontecimientos importantes. Pero lo que los hace especiales no son exclusivamente la comida, los amigos o los regalos, sino recordar lo místico que entraña ese suceso. Celebra tu cumpleaños como un momento sagrado: el del júbilo de iniciar tu existencia.
- Déjate transportar por el arte. Escuchar música o contemplar una obra de arte es una excelente forma de honrar el espíritu. Goza de ellos, pues tienen el don de transportarte en el tiempo y hacerte evocar, mágicamente, la fragancia del placer interior que tuviste en momentos del pasado.
- Aíslate del entorno. La meditación es la llave que abre las puertas de los misterios. En ese estado tu mente se abstrae, te aíslas de los objetos que te rodean y te sumerges en un mar de introspección. Es allí donde podrás descubrir los secretos de las cosas.
- Haz ejercicio en la naturaleza. El estado espiritual que provoca el ejercicio físico es otra forma de conectar con tu interior, y tiene efectos muy positivos sobre el estado de ánimo. Da frecuentes paseos por el campo: es un ejercicio moderado y agudiza tus sentidos.
- Fomenta los buenos encuentros. El contacto con personas a quienes te unen vínculos afectivos te ayuda a sintonizarte con tu esencia. Busca la compañía de ese amigo o familiar que te suscita sosiego.
La capacidad de tomar distancia de nuestras experiencias, aprender a
sentir gozo estético, entender nuestra biografía como un gran proyecto
unitario, hallar posibles respuestas a por qué nacemos y qué debemos
hacer antes de morir, poder oír nuestra voz interior, saber
valorar las cosas inmateriales e intangibles, detectar una sabiduría que yace escondida tras los dichos de las figuras respetables de
la historia, aprender a amar la dificultad, poder abrir las compuertas
del pasado, sentir placer ante nuestra admiración por las cosas asombrosas o vivir
con mucha calidad nuestras relaciones humanas son solo algunos de los
beneficios de alimentar el espíritu.

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