Un ciclo se cierra cuando el proceso ya se completó y solo quedan restos del mismo
Un gran error es arruinar el presente recordando un pasado que ya no tiene futuro
Despedirse y hacer un balance
Aunque cerrar ciclos se refiera a abandonar realidades que nos hacen daño, siempre originará un duelo. Por lo tanto, es necesario permitirnos vivir esa tristeza que traen consigo los finales y despedirnos de esa realidad que está por desaparecer. La mejor manera de hacerlo es construyendo una memoria sobre lo vivido.
Los ciclos no se cierran metiendo la cabeza en la tierra como
un avestruz. Ni dando la espalda a lo que sucede para evitar sentirnos
mal. Lo mejor es repasar, paso a paso, cada una de las vivencias que formaron parte de ese proceso. Identificar el comienzo, los momentos más relevantes y las sensaciones que experimentamos.
A partir de esto se puede hacer un balance, una evaluación de
las vivencias positivas, y también complicadas, que hubo en ese ciclo.
Qué se aprendió y qué no. Qué aportó a nuestro crecimiento y cómo
contribuyó a nuestras limitaciones. Esta es la mejor manera de decir adiós.
El momento de emprender
El principal objetivo de cerrar ciclos es ponernos en paz con
el pasado inmediato, para seguir adelante sin que lo vivido nos afecte,
ni invada nuestro presente. Todo final implica también un comienzo. Ese
comienzo debe ser el foco de nuestra atención y nuestro interés.
Lo nuevo no tiene por qué asustarnos. Es normal que implique un
desequilibrio inicial, pero en relativamente poco tiempo comenzará a
revelar sus bondades. Movernos de lo conocido a lo incierto
siempre tiene un toque de aventura y supone aprendizajes, sorpresas y,
por supuesto, adaptaciones. La mayoría de las veces, los cambios nos dan mucho más de lo que nos quitan.
Hay que abrazar al cambio como a un nuevo amigo. Hay que ver un nuevo
ciclo como la oportunidad para poner en práctica lo aprendido en el
anterior y para ampliar lo que ya sabemos, pulir lo que está en bruto o
dar un viraje para crecer.
Cerrar ciclos es vital para nuestra salud mental. De no hacerlo, vamos a sentirnos atiborrados y confundidos frente al futuro.
A lo que se fue, hay que darle una sepultura de primera y decirle
adiós. A lo nuevo hay que recibirlo con los brazos abiertos y una
bienvenida en el corazón.

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