La verdadera compatibilidad radica en la armonía de las diferencias y en nuestra disposición a aprender de aquello de lo que carecemos. ¿Estamos dispuestos?
Si, imaginariamente, nos dispusiéramos a sumar:
- La cantidad de hombres y mujeres que se declaran dispuestos a estar en pareja, pero en conversaciones entre amigos coinciden en la queja de que “no hay hombres” o “no hay mujeres”
- El número de personas que se lamentan de que “no tienen suerte” en el amor
- Los cientos de miles de habitantes de nuestro planeta que se autodefinen como “difíciles” o “complicados” para poder aspirar a una relación amorosa
- Todos los que por malas experiencias o dudosos planteamientos filosóficos han decidido renunciar a la idea de estar en una pareja estable...
Nos enfrentaríamos con una problemática algo inquietante respecto al
futuro de las relaciones trascendentes y nutritivas entre personas; y
eso que he dejado fuera de la estadística, con absoluta conciencia, a
todos aquellos que hoy, mucho tiempo después, siguen “elaborando” el duelo de una relación perdida hace ya demasiado tiempo y viven esquivando la posibilidad de darse nuevas oportunidades de encuentro.
¿Es realmente tan difícil encontrar una pareja adecuada?
Podrías, sin ser un experto, intuir, decidir o establecer qué cosas
deberías mirar y evaluar a la hora de elegir un coche, una casa o una
prenda de vestir, ¡pero cuánto más difícil es (lógicamente) elegir una persona a la que estés dispuesto a abrir tu corazón y arriesgarte a sufrir.
El simple deseo no es suficiente para encontrar a la persona “indicada”... Pero el decidir que eso es un imposible es suficiente para que el pretendido encuentro deseado nunca suceda.¿Siempre es un riesgo abrir el corazón? No puedo ni quiero mentirte... ¡Sí! Pero vivir lo es, por lo menos vivir como yo pretendo vivir y como deseo que tú vivas.
Claro que hay riesgos y hay imprudencias alocadas. -Es arriesgado lanzarse a la alberca sin saber si hay agua- pero es una locura, y no un riesgo, lanzarse a la alberca sin saber si hay alberca.
El secreto de las parejas que funcionan
Una pareja trascendente se apoya en un trípode de factores que conforman un armonioso triángulo: CONFIANZA-ATRACCIÓN-AMOR.
Son tres factores que, posiblemente, se desarrollan casi siempre desde una semilla poderosa, que es la subjetiva y placentera sensación mágica del “encuentro de almas”,
algo difícil de definir, pero que todos los que hemos pasado por ella
recordamos con claridad, y que los que nunca la han experimentado
reconocerán de inmediato cuando les ocurra, o cuando permitan que les
ocurra.
Una vez más, como ya hemos dicho en otras ocasiones, no se trata de similitud de
gustos ni de coincidencia de opiniones, no se trata de que los dos
disfrutemos de las mismas cosas, ni de que compartamos una misma
ideología o soñemos cada noche exactamente los mismos sueños.
Demasiadas veces, el verdadero encuentro se apoya en la capacidad de valorar cada uno en el otro esos aspectos que muchos podrían considerar “sus defectos” y nosotros definimos como “nuestras diferencias”, pero que nos resultan, a veces misteriosamente, maravillosos o atractivos.

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